En el momento de las deformaciones, estas calizas se encontraban enterradas a grandes profundidades. Bajo el efecto de altas presiones y temperaturas, sus constituyentes habían perdido gran parte de su cohesión y la roca de su rigidez, permitiendo estos espectaculares plieges. Cuando volvieron a la superficie por el levantamiento del Pirineo y el efecto de la erosión, se consolidaron con la forma adquirida, más o menos como un tubo de pasta de dientes que lo metiéramos al congelador tras haberlo plegado.
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